La maqueta de la ciudad de
Cádiz tiene
su origen en el hecho de cuando el Rey
Carlos III
dispuso que se hicieran las maquetas de las ciudades importantes y
fortificaciones que tenían, con el fin de poder tener una reproducción plástica
de todas las plazas fuertes de su reino, todo ello desde el punto de vista
estrictamente militar, pero sin olvidar, naturalmente, la población que
defendían dichas fortalezas.
El teniente coronel de Infantería
Alfonso Jiménez, ayudado por
algunos ebanistas gaditanos, realizó la maqueta de la capital gaditana entre
julio de
1777 y
marzo de
1779. Dicha
maqueta ocupa una superficie de 12'52 x 6'
92 m dividida en cuatro bloques, con un total
de 333 piezas independientes. Se usaron diversos materiales: pino de Flandes
recubierto de
cedro
tallado para las olas;
ácana y
caoba para las casas;
ébano para las
ventanas y balcones;
marfil para los edificios más señalados. Al encontrarse por
aquel entonces en construcción la
catedral de Cádiz, su aspecto corresponde al
proyecto inicial de
Vicente Acero, más grandioso que el de su estado
actual.
La base documental usada por los maquetistas fue un plano de Cádiz firmado
por Ignacio Sala en
1749.
Cedida al ayuntamiento, sufrió varios avatares (traslados, incendio en
1835) siendo restaurada
entre 1950 y 1962 por Manuel Pena López. Actualmente se encuentra en el
Museo de las Cortes de Cádiz, donde
aún impresiona al que la observa por su tamaño y riqueza. Es una pieza clave
para conocer el
urbanismo del Cádiz dieciochesco.
Se comenzó por la de la
Plaza de Cádiz, única ciudad de nuestra
nación que logró tenerla, ya que en España solamente existe otra parcial de
Madrid, realizada por León Gil del Palacio, hacia el año
1830.
Construcción
Siendo gobernador militar y político de Cádiz, don
Nicolás Buccareli, en el
mes de julio de
1777,
se comenzó la maqueta por el teniente coronel de Infantería e ingeniero, don
Alfonso Ximénez, el que se
valió para ello, principalmente, de un plano de Cádiz debido a
Ignacio Sala y fechado en
1749, que se
conserva en el
Archivo Municipal
de nuestra ciudad.
Sobre los pormenores de su construcción, figura a su frente una placa con
una inscripción en castellano antiguo:
PLAZA DE CADIZ AVIENDO
DISPUESTO S.M. EL REY N.S. DON CARLOS III a consulta del EXmo. SrCONDE
DE RICLA Capn Gl de los R'extos Grâ de España de prima
Classe, y su Secretario de estado y del despacho de Guerra: se hiciesse una
coleccion Genl de Vajos Relieves de todas las Ptas de sus
Reys para que existiesen en la Corte: elijió para esta construccion
a Dn. Alfonso ximenez Teniente Coxl de Ynfa y
su Yngeniero Oxdinº; el q dió pxincipio ala Citada obxa porla Plaza de Cadiz q
xepresta este Modelo y xetxato pox si solo sin Deliniads
Ayudantes ni otxa cosa mas q el matexial ausilio de ebanistas españoles paxa q
le preparasen y acoplasen las madexas: cuya obra emp.º en el mes de Julio de
1777 y acabó en Maxzo de 1779:
La maqueta de la ciudad de Cádiz tiene unas dimensiones de
12,52 metros de largo
por
6,92 metros
de ancho y está formada por cuatro trozos perfectamente acoplables. Está
construida en maderas finas y consta de trescientas treinta y tres piezas
agrupadas en trescientos cinco bloques y en ella está fielmente reproducida a
escala toda la ciudad de Cádiz, figurando en la misma sus edificios notables y
marcándose con toda exactitud las direcciones de las calles, estructura de las
manzanas de casas, plazas y demás lugares de la población.
La base está construida en tableros de pino de Flandes, recubierta de cedro
tallado, formando así las olas. La parte que corresponde al mar y las calles
están formadas en madera de acana y caoba. Las ventanas y balcones son todos de
ébano.
La
catedral, que mide unos veinte centímetros de alto, está
construida en su mayor parte de marfil, al igual que todos los edificios
notables. Como quiera que cuando se hizo la maqueta la Catedral estaba entonces
en construcción, su constructor se valió para ello de unos planos debidos a
Ignacio Sala, fechados en
1749, que se
conservan en el
Archivo Municipal de
Cádiz. De ahí que la catedral aparezca en este plano en relieve, conforme
al proyecto que se tenía para su construcción, en los primeros años de
iniciación de las obras.
Contraste entre el Cádiz de la maqueta y el actual
El plano en relieve refleja fielmente en sus menores detalles el aspecto que
presentaba la ciudad en la segunda mitad del
siglo XVIII. De aquella época a
la actual numerosas circunstancias y hechos han ido transformando la fisonomía
de la población, adaptándola a las necesidades y exigencias de la vida actual.
Sus edificios se han ido ampliando notablemente para poder albergar a su cada
vez más crecido número de habitantes y, por el contrario, sus viejos castillos
y baluartes, al ir perdiendo gran parte de su capacidad defensiva, han ido
quedando como recuerdos vivos de todo un símbolo de su glorioso pasado.
Resulta, pues, interesante comprobar a la vista de la maqueta, aquellas construcciones
que figuran en la misma y que al no existeir en la actualidad, pasaron a la
evocación y al recuerdo.
Tampoco figuran en este plano en relieve las
plazas de la Merced,
Libertad,
Candelaria y
Mina, por haberse construido en fechas
posteriores a aquella época, así como el
barrio de San Carlos,
por idéntico motivo.
Exhibida en varias exposiciones
A comienzos del pasado siglo, la maqueta estuvo expuesta en el centro de la
Sala
de Cortes del
Palacio
del Buen Retiro y, posteriormente, fue donada al
Ayuntamiento de Cádiz.
A partir de entonces esta joya sufrió una serie de vicisitudes realmente
lamentables. Hacia el año
1835 sus piezas fueron depositadas en una de las habitaciones
del piso alto del Municipio, en donde por efectos de un incendio que se declaró
en dicho edificio, una pequeña parte de la misma resultó destruida.
A mediados del siglo XIX la maqueta fue trasladada para su conservación a un
local situado en el
Paseo de las Delicias,
número 5, que era un edificio de mampostería de una sola planta y cubierto de
azotea, que se encontraba junto a un almacén de maderas que tenía un aserradero
movido a brazo.
Algunos años después, el Municipio ordenó construir una caseta de madera y
lienzo para exhibirla en la
Exposición Marítima
Internacional, que se instaló en el lugar que actualmente ocupan los
Astilleros, en donde
estuvo expuesta desde el
15
de agosto de
1887
hasta el
30 de octubre del mismo año.
Una vez desarmados el plano y la caseta y, por no encontrar el Ayuntamiento
un lugar más adecuado para ello, fueron trasladados al mismo local del Paseo de
las Delicias, 5, donde antes se encontraban.
La Corporación Municipal que rigió los destinos de la ciudad en el año
1903 debió estimar
que el lugar donde se guardaba la maqueta ofrecía pocas seguridades para la
misma, en caso de un posible incendio, y creyó que lo más conveniente era
asegurarla contra ese riesgo. El citado seguro contra incendio se formalizó con
la Compañía de Seguros
"Phoenix Assurance Company", cuyas
oficinas centrales se encontraban establecidas en
Málaga. Dicha póliza se suscribió por
un período de tiempo de 10 años, a contar desde el
2
de noviembre de
1903 al
27
de noviembre de
1913, y entre las diversas cláusulas de dicho contrato,
figuraban las siguientes:
- "Quince mil pesetas
sobre un plano de la ciudad de Cádiz, en relieve, de tres por siete
metros, labrado en maderas finas y marfil, en el año 1777 y sus caballetes
y soportes, mediante el pago de quince pesetas de prima anual..."
- "Cinco mil pesetas
sobre una caseta de madera y lienzo, destinada a exhibir el plano dicho,
pediante el pago de cinco pesetas de prima anual..."
Sobre el importe de las primas anuales citadas, el Municipio obtuvo
"una
rebaja del veinte por ciento que concedía la Compañía a las propiedades
públicas...", haciéndose igualmente constar en dicho documento, que
los indicados objetos
"se encontraban desarmados y almacenados en un
local situado en el Paseo de las Delicias, 5"
También fueron exhibidas algunas piezas de la maqueta, en la Exposición
Internacional de Artesanía, que se celebró en Madrid, en el año
1963.
Al inagurarse en el mes de octubre de
1912 el
Museo
Iconográfico de las Cortes de Cádiz (hoy
Museo de
las Cortes de Cádiz), por orden del alcalde, la maqueta fue trasladada a
dicho centro, pudiendo decirse que su instalación se hizo de una forma muy poco
acertada, ya que fue depositada en una sala insuficiente del piso tercero, para
lo cual hubieron de cortársele algunos trozos que fueron arrinconados y
almacenados en una de las dependencias de dicho centro.
Al tener que clausurarse dicho Museo, en el año
1943 para realizar
obras en el mismo, como quiera que la maqueta se encontraba bastante
deteriorada, se acordó en esta fecha por el alcalde la restauración de la
misma, si bien por diversas circunstancias, los referidos trabajos no pudieron
comenzarse hasta el mes de diciembre de
1950.
La difícil y complicada tarea de dicha restauración le fue encomendada al
oficial de carpintería de Obras Municipales y maestro de Taller de carpintería
de la
Escuela de Bellas Artes
don
Manuel Pena López, quien,
en honor a la verdad, puede decirse que realizó dicho difícil cometido de una
forma admirable. Dicha restauración puede decirse que se llevó a cabo en dos
períodos o etapas de tiempo diferentes, con un intervalo entre uno y otro, de
diez años:
- En la primera etapa se
restauraron casi todas las casitas y, según declaró el señor Pena López, los
trabajos de más envergadura que tuvo que realizar fueron varios, tales
como el Gobierno Militar, las Puertas de Tierra y la iglesia
de Nuestra Señora del Carmen, pero, sobre todo, la Catedral, ya
que estaba casi destruida, faltándole infinidad de piezas, entre las que
figuraban cornisas, campanas, imágenes, aparte de las torres y algunas
cosas más, por lo que tuvo que hacer fotografías y dibujos de las mismas
para poderla reconstruir.
- En la segunda etapa, el
mapa y algunos bloques de edificios.
Terminadas las obras del Museo, al abrirse al público dicho edificio, la
maqueta, tras su completa restauración, quedó debidamente instalada en una
amplia habitación del piso primero, la que anteriormente sirvió de salón de
sesiones a la
Academia
Hispanoamericana, en donde el plano en relieve de la ciudad de Cádiz se
ofrece hoy al visitante con toda su belleza y esplendor.
La arquitectura militar en la maqueta
Las fortificaciones medievales y de los siglos XVII y XVIII están fielmente
representadas en la maqueta. Destaca, de entre las mandadas levantar por el rey
Alfonso X el Sabio, el
Castillo de la Villa,
hoy totalmente desaparecido y que según las fuentes, fue construido
aprovechando los sillares de antiguos monumentos romanos, tales como el Circo y
el
Teatro.
El
Castillo de la Villa, en su reproducción, es importante por ser el
único antecedente de la primitiva
Academia de
Guardias Marinas y
Observatorio
Astronómico de
Jorge Juan, origen de
la
Escuela Naval y
Observatorio Astronómico actuales.
De la antigua muralla de la ciudad medieval se reproducen la
Puerta del
Mar, hoy
Arco del Pópulo; la
Puerta de Tierra,
hay
Arco de los Blanco, además del
Arco de la Rosa.
Pero es en las reproducciones de las fortificaciones de los siglos XVII y
XVIII donde encontramos un estudio exacto de las defensas gaditanas de la época
de inestimable valor, pues son las únicas reproducciones de bulto que existen
para estudio de eruditos y recreo de aficionados.
Todo el recinto amurallado: el
frente de tierra, la
muralla del
Vendaval, '
La Caleta,
campo de Santa Catalina,
San Carlos
y
Los Negros, junto con los
Castillos de San Sebastián y
Santa
Catalina, cierran la ciudad.
De particular interés es la reproducción de la
Muralla Real y sus defensas
abaluartadas, según el sistema Vauban.
Como curiosidad pueden observarse las contraminas que defendían el
Glacis
de Puerta de Tierra, conocidas vulgarmente como las
Cuevas de Mariamoco. Por
un ingenioso sistema se levantan varias piezas que dejan al descubierto estas
contraminas, de las que todavía quedan extensos vestigios.
El
Castillo de Santa Catalina,
concebido en principio como Ciudadela de la ciudad, está fielmente reproducido.
Algunos elementos de la fortificación carolina ya desaparecidos pueden
estudiarse en la maqueta. Así el
Bonete, a
espaldas del
Hotel Atlántico, la
antigua
Punta de la Cruz, hoy de
San Felipe,
así como todo el lienzo de uralla que iba desde
San Carlos
hasta las
Cuesta de las
Calesas.
Las demolidas
puertas de San
Carlos, de
Sevilla y
del Mar, que bien
pudieron haberse conservado como monumentos exentos, sólo pueden admirarse ya
en la maqueta y en algunas viejas fotografías de finales del XIX y principios
del XX.
Los cuarteles de
San Roque y
Santa Elena,
así como los antiguos polvorines, todos ellos demolidos, están, sin embargo, a
nuestra vista en la maqueta.
El otrora edificio del
Gobierno Militar,
construido como residencia para los ingenieros, es una de las piezas que pueden
desmontarse para ver su distribución interior.
La casi milagrosa conservación de la maqueta es un regalo inapreciable de la
fortuna para los gaditanos que hoy pueden conocer cómo era Cádiz en el siglo
XVIII, época de su esplendor tanto mercantil como urbanístico.
En el aspecto de la fortificación y arquitectura militar es un ejemplar
único pues, si bien se conservan muchos planos y croquis parciales, la maqueta
es la única reproducción exacta y formal de conjunto que hoy existe y su
conservación debe constituir constante obsesión para todos los gaditanos.