sábado, 18 de enero de 2014

Cádiz Medieval: Arco de la Rosa


Se trata de una de las tres antiguas puertas que tenía el Castillo de la Villa, en Cádiz. Su denominación obedece a la pequeña capilla dedicada a la Virgen del Rosario o de la Rosa que se alzaba sobre ella. Originalmente su acceso se realizaba en eje acodado, a lo que obligaba la torre situada ante él, hoy desaparecida. Sobre el vano, que fue ampliado para permitir el paso de carruajes, defiende la entrada un matacán. Ante el arco se abría una pequeña plaza, denominada plaza de las Tablas, donde se montaban los patíbulos, desaparecida a finales del siglo XIX, cuando se configuró la actual plaza de la Catedral.

Por estar frente y dar paso al arrabal de este nombre, se la denominó Puerta de Santiago. Con notable diferencia, es la más alta y, por ella, entraba el Cabildo municipal cuando, como en la procesión del Pendón Real, con motivo de alzarlo en las proclamaciones de reyes, se formaba a caballo.

Los documentos que aluden a esta puerta sólo hablan de "la torre del arco" y, efectivamente, sólo debió tener una, fácilmente identificable por fuera y dentro de la edificación.

Es posible que, junto a ella, hubiese mayor fortificación, haciendo de barbacana, en la que mucho después de la conquista instalasen las atarazanas que citan algunas escrituras de daciones de censos por la plaza de Cardoso.

Esta puerta tenía su imagen, aunque no sobre ella, sino en la torre. Era de alabastro, movida de talla y graciosamente policromada. La que llegó hasta su desaparición , quizás sustitución de otra más antigua y de tipo arcaico, representaba a Nuestra Señora del Rosario, pero desde lo alto de su capillita callejera del muro, era tan venerada y tenida por milagrosa que la gente la denominaban de los milagros.

En 1618, el Cabildo Eclesiástico, iniciando una política contraria a la tradición de venerar imágenes en plazas y callejuelas, tan propia de nuestro pueblo, y amparándose en estar en continuo peligro de profanaciones e irreverencias, quiso llevarla en procesión a la Catedral, para que allí se le siguiera el culto. Enterados lo vecinos, recurrieron al Ayuntamiento y, trasladada ya, pretendieron autorización para labrar una capilla en la torre, con destino a tan popular y milagrosa imagen. Hubieron sus trámites y dilaciones. Incluso se nombraron a los Regidores don Francisco Fantoni y don Francisco de Lamadrid, para pedir limosnas con destino a la fábrica. Todo quedó en aguas de borrajas, a pesar de nuevas instancias de don Pedro González de Noriega, que capitaneaba a los vecinos.

La imagen de Nuestra Señora del Rosario de los Milagros, como se la denominaba, continuó y continúa en la Catedral Vieja, en la hoy Capilla del Sagrario (entonces denominada de los genoveses), sustituyendo a la Santa María de San George, que desde 1487 presidía el altar de esta nación y que, por ser de plata maciza, no dejaría de llamar la atención a las vandálicas tropas angloholandesas de desembarco del conde de Essex.

Algunos autores afirman que el nombre actual de Arco de la Rosa pudiera ser debido a algún individio de la familia de este apellido, que tuviera casa principal junto a él. Tal nombre, efectivamente, tuvo prosapia gaditana, puesto que hubieron regidores apellidados de la Rosa.

Quizás el nombre del arco no le llegó de unas casas, ni de una familia, sino de más arriba. Posiblemente, la imagen de los Milagros' fue sustituida por otra con el correr de los tiempos. Quizás existiera también de antiguo pero, seguramente, en 1761 existía una Nuestra Señora de la Rosa, advocación muy antigua en Andalucía, evidente alusión a la Rosa Mística, muy frecuente en la edad media como en la época visigótica lo fue la representación mayestática de la Madre de Dios con una manzana. Antigua o moderna, a mitad del siglo XVIII el arco de la plazuela se denominaba ya de la Rosa, por esta imagen ya desaparecida, y cuya pista, desgraciadamente, se ha perdido hasta la fecha.

En el año 1764, el capellán del Coro de la Catedral y administrador del santuario o capillita de Nuestra Señora de la Rosa solicitó poder hacerle camarín y capilla con frente a la plazuela de las Tablas, a lo que accedió el Ayuntamiento con tal de no variar la Cruz que por allí estaba. La obra debió emprenderse con brío y buen recaudo de limosnas, pues se terminó al morir el año. Cuando se pensó inaugurar el camarín trasladando a ella la imagen de la Virgen, el Cabildo Eclesiástico la hizo desaparecer del arco, instalándola en una de las capillas ya cubiertas de la entonces medio construida Catedral Nueva, que, según parece, fue la primera en abrirse al culto.

El padre Lipari y los vecinos protestaron de lo lindo. En un primer impulso, los regidores (puesto que la imagen y la muralla eran suyos), pensaron hacer causa suya las protestas. Tras ciertas negociaciones, en las que el Cabildo Catedral se mantuvo en sus trece, escudados en la evitación de escándalos, injurias y obscenidades que se habían cometido con anterioridad. También argumentó el Cabildo, que terminada la Catedral era preciso derribar la torre donde se estaba formando el camarín, para que la línea de la plazuela que se forma quedase recta.

Sin nuevas consecuencias, la cuestión revivió en 1776 y por 1794 se concede a censo a un tal don Macario del Campo el terreno que ocupaba en la rinconada de la plazuela de las Tablas la imagen de Nuestra Señora de la Rosa, que se halla colocada en el Convento de San Juan de Dios, última noticia que se tiene de la imagen.

 

miércoles, 15 de enero de 2014

Cádiz Medieval: Arco de los Blancos


El arco de los Blanco es un vestigio de una antigua puerta romana, originalmente fue conocido como Puerta de Tierra y se situaba inmediata al Castillo de la Villa (Cádiz), en el barrio del Pópulo en la ciudad española de Cádiz (España). Como ocurrió en el Arco del Pópulo, al vano original se fueron añadiendo distintas construcciones, que transformaron su aspecto primitvo. Sobre la amplia bóveda que conforma el pasadizo, la familia Bianco o Blanco, de la que toma la puerta su nombre actual.

La familia de Felipe Blanco levantó en el siglo XVII una capilla dedicada a la Virgen de los Remedios, sobre el arco principal, hoy desaparecida. El pórtico exterior, corresponde a la entrada principal o Puerta de Tierra de la villa medieval, con arcos apuntados, debió de ser construido al tiempo que el resto de la fortificación y la alcazaba. Daba acceso a las carnicerías reales, bajo cuyo solar se han localizado parte de las dependencias anexas a la escena del teatro romano de Gades, sobre los restos de éste. Sólo conserva la parte posterior, ya que su fachada debió de desmontarse en el siglo XVI para dar mayor anchura a la calle.



En su primera época se denominó Puerta de Tierra, porque quedaba frente a la goleta o istmo. Más tarde se la llamó de Santa María, por dar paso a este arrabal. La puerta estaba flanqueada por dos torres, desiguales. La del Sur era uno de los cubos del castillo que contiguo a ella existió (Castillo de la Villa).

Sobre ella existía una imagen de alabastro de Nuestra Señora de los Remedios, escultura de origen italiano, quizás de mitad del siglo XVI.

Careciendo de importancia militar la cerca o muralla de la Villa y sus puertas, al no encerrar sino una pequeñísima parte de la ciudad, este arco fue el que sufrió más el abandono, hasta el punto de amenazar ruina, por lo que tuvo que repararse seriamente en 1602.

Hacia 1621 la familia Blanco, una de las principales del comercio de Cádiz y que más tarde tuvo asiento en el Cabildo, solicitó autoriazación para labrar a su costa una capilla, al igual que se había levantado en la Puerta del Pópulo, edificando sobre la bóveda y entre los torreones.

La capilla quedó terminada en 1635, fecha que está indicada en el Ave María que existe en el frente que da a la Calle del Mesón Nuevo. Esta capilla se labró formando un tejaroz con espadaña, de modo que quedaba abierto a la calle de la Carnicería o de la Misericordia, en donde lo soportaban tres arcuaciones, descansando en ménsulas y columnas de mármol blanco.


La imagen debió quedar junto a la muralla, sobre el altar adosado a ella. Una sencilla balaustrada remataría el ámbito de la capilla, que limitaban por ambos lados las torres de la puerta. Para la Sacristía se labró un cuarto, gran parte de él ahuecado, por el revés de la muralla, que por esta parte es altísima y rebasa algunos de los edificios de la Calle de San Juan de Dios.

En 1642 se autorizó a don Felipe Marzón y Blanco, Caballero Regidor y patrono de este santuario, para que se le formase un balcón volado que llegase hasta la esquina del castillo o torre de la derecha, como ya se ha comentado con anterioridad.

El aspecto sería el de tantas y tantas capillas pensiles como hay por Andalucía: una capillita abierta a la calle con espacio poco más que suficiente para poder oficiar, y amplia balconada en donde poder colocar candelas y mariposeros.

Siendo de patronato particular, pocas referencias de ella existen en el Archivo Municipal de Cádiz, pero la simple visita hace comprender que, por la primera mitad del siglo XVIII hubo modificaciones de importancia: se colocó un retablo de talla, la imagen se sustituyó por otra de lienzo y en el hueco de la torre izquierda se hizo una capilla con retablo, dedicado a San Raimundo de Peñafort.

En el siglo XIX se prologó el tejaroz y se tapió la parte que da a la calle, suprimiendo el corredor y quedando el conjunto con el aire amazacotado que tenía hasta su desaparición. Hacia 1810 se le agregaron unas casas, en las que vivía el canónigo que disfrutaba la capellanía.